domingo, 23 de marzo de 2014

Las víctimas del invierno

Como todos sabemos sobradamente, este invierno ha sido especialmente duro por la interminable sucesión de borrascas y ciclogénesis que, una tras otra, entraron sin descanso desde el Atlántico. Los daños en paseos marítimos, muelles y edificaciones se estiman en millones de euros. Gasto del que serán tan responsable la fuerza del mar como la inexistente política de ordenación litoral y la falta de capacidad de nuestros gestores.

Pero no es de ordenación litoral ni de la posible vinculación de estos temporales con el cambio climático de lo que quería hablaros (ambas cosas darían para hablar largo y tendido), sino de las verdaderas víctimas de este invierno: las poblaciones de aves marinas del Atlántico Norte.


Aunque esta catástrofe ha llegado a ocupar portadas y abierto telediarios en el Reino Unido, en España y fuera del ámbito ornitológico ha pasado bastante desapercibida, alcanzando la prensa generalista pero no en la proporción que lo hizo en otros lugares.

Y digo catástrofe porque las últimas cifras que he visto indican que el número de aves marinas "orilladas" (esto es, localizadas muertas o malheridas en la costa, fundamentalmente playas) se aproxima a las 30.000, fundamentalmente araos y frailecillos. Estas aves, debido a su carácter extremadamente pelágico, son muy sensibles a eventos de este tipo, viéndose afectadas de manera directa por los temporales, que además dificultan que puedan alimentarse, falleciendo y siendo arrastradas por el mar hasta la costa.

Esta cifra se refiere a las costas gallegas, cantábricas y francesas, practicamente las mismas que en 2003 se vieron afectados por la marea negra del Prestige. Con ocasión de esa otra catástrofe, se recogieron 23.181 aves correspondientes a 90 especies. Teniendo en cuenta que muchas de las aves afectadas no llegan a la costa, y que a su vez muchas de las que llegan no son localizadas, se estima que la mortalidad detectada es solo un 10% de la mortalidad real. Así, la mortalidad provocada por el Prestige se estimó en 115.000-230.000 aves, cifra a la que podría aproximarse la mortalidad ocurrida en este invierno, a la vista del número de aves recogidas.


Así que efectivamente: una catástrofe. Ante las noticias que iban llegando durante el mes de Febrero, realicé una serie de recorridos por las playas de Oleiros con el objetivo de detectar las aves que nos llegaban, al mismo tiempo que se organizaban distintas iniciativas por toda la costa atlántica.

Todas las fotos que ilustran esta entrada son de aves recogidas en las playas de Santa Cristina (850 m de longitud aprox.), Bastiagueiro (450 m), Santa Cruz (270 m), Naval (230 m), Mera (560 m) y Espiñeiro (210 m), con un total aproximado de tan sólo 2.570 m de longitud, y en las que encontré lo siguiente:


En la última columna podeis encontrar los totales sumando las aves localizadas por Antonio López Porto, que me informa (gracias!!) de 5 araos y un gavión hiperbóreo en Santa Cruz y un alca en Santa Cristina.

El número de araos orillados en Oleiros, para menos de 3 km de playa y con sólo 4 jornadas de revisión es muy significativo, como podeis comprobar.

Foto: Antonio López Porto
Como curiosidad, dos de los araos localizados en Mera eran hembras de la subespecie norteña Uria aalge aalge, de presencia poco común en nuestras aguas. Una de ellas la podeis ver en la siguiente fotografía del día 24 de febrero: la segunda por la izquierda.


Todas las aves que pude recoger se las entregué a Cosme Damián Romai y a Atocha Ramos, cuyo valiosísimo trabajo en la UDC servirá para conocer datos de las aves afectadas y una estima final de la magnitud de esta mortalidad. Gracias a ellos pudimos saber que uno de los cormoranes se trataba de una hembra reproductora, probablemente de las colonias de la Costa de Dexo, que parecen haberse visto también afectadas aunque aparentemente no de manera significativa (en términos de mortalidad).


Como buenos estrategas de la K, los álcidos son muy sensibles a eventos de mortalidad de su población adulta, por lo que es muy probable que la mortalidad de este invierno tenga efectos sobre la temporada de cría de este año en las colonias británicas (de donde procede mayoritariamente la población invernante en nuestras costas).


Os animo a que si cualquiera de vosotros encontrais aves muertas en vuestros paseos por cualquier playa, lo comuniqueis a asociaciones como la Sociedade Galega de Ornitoloxía, Grupo Naturalista Hábitat (teneis los enlaces a sus webs en la barra de la izquierda) o a través de este web. Cualquier dato es valioso.

Por último, un comentario sobre algo que de tan habitual ya casi no llama nuestra atención, pero que no debe dejar de avergonzarnos: los temporales han traído aves a nuestras playas, si. Pero sobre todo han traído toneladas y toneladas de la BASURA con la que diariamente lo sepultamos, y que diariamente nos define como seres irracionales.


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